miércoles, 27 de febrero de 2013

El Pueblo del Nombre



“Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre” (Hechos 15:14).

Una nota en el parabrisas de mi automóvil leía así, "¿Me llevaría usted a su iglesia?" Yo no reconocí el nombre ni número del teléfono al final de la nota, pero yo llamé al número y ofrecí transportación a la muchacha que había hecho la petición. 

Al igual que yo, ella era estudiante en la Universidad de Texas en Austin, y ella estaba buscando a Dios. Mientras ella visitaba a un amigo suyo en el complejo de apartamentos donde yo vivía, ella había sido atraída por la pegatina en el parachoques  mi automóvil que decía: "EL PUEBLO DEL NOMBRE DE JESUS" y en letras minúsculas, "Iglesia Pentecostal Unida". Como resultado de ese contacto, ella hoy es miembro de una Iglesia Pentecostal Unida. 

Un día cuando yo estaba manejando el mismo automóvil en una autopista  en Houston, alguien detrás de mí empezó a tocar la bocina su carro insistentemente. Me parecía ver al chofer atrás apuntando repetidamente hacia el techo de su automóvil con una mueca grande en su cara. Me tomó un rato para comprender que él había leído mi pegatina del parachoques y quería que yo supiera que él también era uno de aquéllas "Personas del  Nombre" que sirven al verdadero Dios. 

En otra ocasión, cuando manejaba a lo largo de un camino que tenia varios lugares de diversión mundana –bares, un salón de masajes, una librería para “adultos”, un cine,--una tentación vino a mí. El diablo parecía decirme, "Si usted entrara en uno de estos lugares, ninguno te reconocería. Usted podría divertirse y nunca seria descubierto". Inmediatamente yo pensé en la pegatina del parachoques  de mi automóvil y una pregunta vino a mi mente: ¿Si las personas vieran mi automóvil estacionado en uno de estos lugares, que pensarían ellos de mi iglesia, y más aun, de mi Señor? Por supuesto, la verdadera motivación que me impulso para resistir la tentación ese día no vino del nombre en la pegatina del parachoques, pero del Portador de ese nombre que moraba en mi corazón por Su Espíritu. 

En estas tres ocasiones, y otras mas como esas, la pegatina del parachoques sirvió como una marca de identificación a un curioso, a otro cristiano, e incluso, a mí mismo.

Así que, el nombre de Jesús nos identifica ante el mundo, ante otros creyentes, y ante nosotros mismos. El pueblo de Dios siempre sido identificado por Su nombre.

 En el Antiguo Testamento

En el Antiguo Testamento Dios estableció un convenio con la nación de Israel. Si ellos le sirvieran, Él prometía establecerlos, hacerlos un pueblo santo, bendecidlos grandemente, y hacerlos testigos de Él ante todas las naciones, y Él expresó este plan identificándolos con Su nombre Jehová.

Así Moisés proclamó, "Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da. Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán" (Deuteronomio 28:8-10). 

A lo largo del Antiguo Testamento, Dios identificó a Su pueblo como aquellos que fueron llamados por Su nombre    (2 Crónicas 7:14; Isaías 43:5-7; Daniel 9:19).

El nombre de Dios  representa Su carácter, su poder, su autoridad, y  su presencia (Éxodo 3:13-14; 6:3-8; 9:16; 23:20-21; 2 Reyes 8:27-29). Ser “llamado por Su nombre” significa ser identificado con Él, conocer Su carácter divino, experimentar Su poder milagroso, vivir bajo Su autoridad soberana, y morar en Su sagrada presencia. 

El nombre de Dios representa al propio Dios; es la auto-revelación de Dios  mismo. Es por eso que el pueblo de Dios exalta Su nombre (Salmo 34:3)  Ellos alaban y bendicen Su nombre (Salmo 113:1-3) Ellos buscan Su nombre e invocan Su nombre (Salmo 83:16;  105:1). Ellos santifican Su nombre, tratándolo como santo,  venerado, y sagrado por la forma en que lo usan y también por  la manera en que viven (Isaías 29:23). En palabra y en hecho,  el pueblo de Dios declara su nombre a nosotros y al mundo  (Salmo 22:22) 

Aquellos que temen (respetan, veneran) el nombre de Dios y  aman el nombre de Dios tiene una gran herencia (Salmo 61:5;  69:36). Aquellos que recuerdan Su nombre tienen un fuente inagotable de fuerza y protección (Salmo 20:7; Proverbios 18:10) Dios reserva bendiciones para  aquellos que piensan en Su nombre (Malaquías 3:16)

La fe, el compromiso, y la santidad del verdadero pueblo de Dios en el Antiguo Testamento pueden resumirse en las palabras de Miqueas 4:5, "Aunque todos los pueblos anden cada uno en el nombre de su dios, nosotros con todo andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios eternamente y para siempre.”

En el Nuevo Testamento

La iglesia del Nuevo Testamento continuó exaltando El nombre de Dios, la única diferencia que es que ellos tenían una revelación mayor acerca de Dios y de Su nombre. El Dios del Antiguo Testamento –Jehová-- había sido manifestado en carne para ser el Salvador, y el nombre que Él escogió al venir fue Jesús que literalmente quiere decir “Jehová-Salvador (Vea Mateo 1:21, 23.) Es por eso que el nombre de Jesús es el único nombre salvador (Hechos 4:12),  el nombre más alto que jamás se halla conocido (Filipenses 2:9),  y el nombre por el que la iglesia del Nuevo Testamento es identificada.  Dios unió a judíos y gentiles en Su iglesia, estableciendo a un pueblo del nombre de Jesús (Hechos 15:14). Los creyentes del Nuevo Testamento tienen el nombre de Jesús invocado sobre ellos (Hechos 15:17; Santiago  2:7).  Jesús le dijo a Sus discípulos que se congregaran en Su nombre  (Mateo 18:20), que oraran en Su nombre (Juan 14:13-14), y que predicaran en Su nombre (Lucas 24:47). Él les dijo que expulsaran demonios, que recibieran protección divina, y que hicieran curaciones milagrosas en Su nombre (Marcos 16:17-18). También les dijo  que recibieran el Espíritu Santo en Su nombre (Juan 14:26). Él Señor Jesús les advertido que ellos serian ultrajados, perseguidos, y  odiados por causa de Su nombre (Mateo 5:11; 10:22). 

Después de que la iglesia del Nuevo Testamento fue fundada en el Día de Pentecostés, los creyentes perseveraron en el nombre de Jesús. Ellos bautizaron invocando el nombre de Jesús (Hechos 2:38; 8:16; 10:48; 19:5; 22:16). Ellos oraron por los enfermos y recibieron sanidades invocando el nombre de Jesús (Hechos 3:6, 16,; 4:10; Santiago 5:14). Ellos expulsaron demonios invocando el nombre de Jesús (Hechos 16:18). Ellos enseñaron y predicaron por todas partes en Su nombre (Hechos 5:28, 40, 42). Ellos invocaron Su nombre (Hechos 9:21), trabajaron para Su nombre (Apocalipsis 2:3), retuvieron Su nombre (Apocalipsis 2:13), y se rehusaron a negar Su nombre (Apocalipsis 3:8). De hecho, ellos proclamaron que la salvación sólo estaba en el nombre de Jesús (Hechos 4:12). 

Ellos vivieron una vida santa para ser testigos de Su nombre (2 Timoteo 2:19). Ellos sufrieron por Su nombre (Hechos 9:15-16). Ellos fueron vituperados por Su nombre (1 Pedro  4:14), y aun arriesgaron sus vidas por el nombre de Jesús (Hechos 15:26). Cuando fueron perseguidos por causa del nombre, ellos se regocijaron "de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre" (Hechos 5:41). Ellos no disfrutaron las palizas, el encarcelamiento, las privaciones, y  el martirio más de lo que nosotros lo haríamos, pero ellos se regocijaron que aun sus enemigos  los identificaban con el nombre del Señor Jesús. 

El Pueblo del Nombre Hoy
Es muy extraño, pero gran parte de la cristiandad no enseña la doctrina del nombre de Dios, y muchos que profesan ser cristianos se muestran renuentes a ser identificado totalmente con  el nombre de Jesús. Al contrario, ellos parecen que consideran el nombre supremo de Dios como algo sin importancia, desconocido, o simplemente descrito por títulos trinitarios. 

Algunos de ellos incluso atacan o ridiculizan a los Pentecostales Unicistas  por causa de nuestra devoción al nombre de Jesús. Algunos  nos llaman "Jesús Solo" como un término despectivo. (El sobrenombre se originó porque nosotros bautizamos sólo en el nombre de Jesús, pero algunos lo utilizan en un esfuerzo por decir que nosotros negamos a Dios como el Padre y al Espíritu Santo.) 

En Centroamérica a menudo somos ridiculizados por otros grupos que nos llaman "Jesusistas." 

Es muy significativo, que incluso cuando nos ultrajan o nos persiguen, ellos nos están identificando con el nombre del Señor Jesús. Nosotros podemos regocijarnos por eso, porque incluso cuando su intento sea desacreditarnos, ellos no obstante, reconocen nuestra devoción al nombre de Jesús. 

Un observador habló en forma de broma diciendo que nosotros no deberíamos ser llamarnos "Jesús Sólo" sino "Jesús Todo". Otro observador trinitario comento públicamente diciendo, "nadie ama y exalta  el nombre de Jesús mas de lo que ustedes lo hacen." 

Conclusión

Ser el pueblo del nombre de Dios significa disfrutar de las bendiciones de Dios, incluso la más grande bendición de todas, la salvación. Significa que nosotros debemos rendir culto a Dios con todo nuestro ser, debemos caminar en santidad como personas que están totalmente dedicadas a Él, y para ser un testigo de Él al resto del mundo. Para resumir, el nombre de Jesús es nuestra identificación. 

Es nuestro supremo privilegio el poder ser identificado con el  único nombre salvador, el nombre más alto que jamás se haya conocido, el  nombre del Señor Jesús. Un día todos nosotros confesaremos ese nombre (Filipenses 2:9-11). Aquellos que confiesan el nombre de Jesús ahora lo hacen para  salvación (Romanos 10:9-13); aquellos que esperen hasta el fin, confesarán ese  nombre en juicio. 

Confesemos el nombre de Jesús ahora para salvación, arrepintiéndonos de nuestros pecados en el nombre de Jesús, bautizándonos en el nombre de Jesús, y recibiendo el Espíritu Santo en el nombre de Jesús (Lucas 24:47; Hechos 2:38; Juan 14:26). 

Y desde ese momento en adelante, caminemos y vivamos en Su nombre, exaltando el nombre del Señor Jesús en nuestro culto, en nuestro estilo de vida, y en nuestro testimonio. 

"Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él." (Colosenses 3:17). 



Traducido del libro In the Name of Jesus escrito por David Bernard y propiedad literaria de Pentecostal Publishing House.

Versión al castellano de William Rivas


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